Creation: ¿Qué dice la Biblia sobre la creación?

Creation: ¿Qué dice la Biblia sobre la creación?

El primer libro de la Biblia, Génesis, toma su nombre de sus primeras palabras «En el principio», pues génesis significa «comienzo». El libro del Génesis en general, y Génesis 1 al 3 en particular, registran el inicio de la creación y de la historia humana. Moisés escribió el Génesis aproximadamente en el año 1400 a.C. como el primero de cinco partes de un libro llamado el Pentateuco, que significa «libro en cinco partes». El relato de la creación en Génesis probablemente fue revelado directamente a Moisés por el mismo Espíritu Santo que estaba en Génesis 1:2, pues Moisés no lo estuvo en el evento de la creación. Génesis no es un tratado exhaustivo de la historia primitiva, sino más bien una narración teológicamente selectiva de la historia que se centra en Dios y en la humanidad, mientras que omite aspectos tales como la creación de los ángeles o la caída de Satanás y de los demonios.

La primera línea del Génesis dice «En el principio Dios creó los cielos y la tierra» (Gn 1:1). Los dos capítulos siguientes de la Biblia se dedican a hablar de la creación. Brillantemente, la Biblia comienza con el único Dios verdadero y eterno, tanto como autor y como sujeto de la historia de las Escrituras. En consecuencia, todo lo demás, tanto en la historia como en la Escritura, depende de Dios y solamente es bueno cuando funciona de acuerdo con sus propósitos desde la creación.

Solo en las últimas décadas, innegable evidencia ha forzado a las ciencias naturales a coincidir, a regañadientes, con lo que la Escritura siempre ha enseñado: que el universo tuvo un principio. Este es un testimonio asombroso sobre la verdad de la Escritura. El consenso científico de que el universo siempre había sido más o menos como es en la actualidad (estado estacionario) fue tan fuerte que Einstein anuló las implicaciones de su teoría de relatividad general y agregó una constante cosmológica para hacerlas consistentes con la vista predominante de su día. La frase inicial «En el principio», habla de la inauguración de una historia, un espacio y un momento en que el Señor trabajó. Implícitamente, eso anticipa un fin, un momento en el que él traerá la historia a un final y creará cielos y una tierra nuevos. (Is 65:17; 2 Pd. 3:13; Rv 21:1).

En Génesis 1:1, la palabra usada para crear es la palabra hebrea bara, que significa «creación de la nada». La otra palabra hebrea usada en un sentido creativo en el Génesis es asa (Gn 1:7, 16, 25, 26, 31; 2:2, 3, 4, 18; Sa 86:9; 95:5; 96:5, traducida como «hacer» o «hecho», que significa «idear o formar» o «hacer algo adecuado», tal como hacer delantales de hojas de higuera (Gn 3:7) o construir el arca (Gn 8:6). Bara pone énfasis en la iniciación de un objeto, mientras que asa hace hincapié en la formación de un objeto. Junto con las declaraciones donde Dios hace la creación inicial (los cielos y la tierra) (Gn 1:1; 2:3, 4), las únicas cosas que son de bara son los seres vivos (Gn 1:21) y los seres humanos (Gn 1:27; 5:1, 2.). Cuando la gente crea estamos haciendo asa, no bara. Podemos tomar cosas que Dios nos ha dado, como las semillas y la tierra para sembrar, y cosechar los alimentos, pero al hacerlo no estamos creando la comida de la nada sino más bien produciéndola con los regalos que Dios nos ha dado en la creación.

En el relato de la creación vemos que Dios creó (bara) «los cielos y la tierra». Esta frase podría ser literalmente traducida como «el firmamento y el terreno», ya que los cielos no son el lugar donde vive Dios, sino el lugar donde se mueven las estrellas (Gn 1:14) y vuelan los pájaros (Gn 1:21). La palabra hebrea eretz, generalmente traducida como «tierra» en Génesis 1 no significa el planeta sino la tierra bajo el agua, separada del agua (Gn 1:2), donde crece la vegetación (Gn 1:10) y deambulan los animales (Gn 1:20–24). En otras partes de la Escritura significa generalmente la Tierra Prometida. La frase «los cielos y la tierra» es una forma hebraica de decir «todo» (Is 44:24; 65:17; Jer 10:10–16; Ef 3:9; Col 1:16–17; Rv 21:1) desde los cielos que están arriba hasta la tierra que está debajo; es como decir de arriba abajo o de la cabeza a los pies, incluyendo el espacio-tiempo, la masa-energía y las leyes que los gobiernan. En otros lugares de la Escritura, la expresión incluye el sol y la luna, que a su vez podría significar que el sol y la luna fueron creados como una parte de esta primera creación (Is 13:10; Joel 3:15–16).

Los cielos y la tierra «no tenía[n] forma y estaba[n] vacíos» antes de que Dios los preparara para los seres humanos. La antigua cosmología griega decía que lo que existió originalmente fue esencialmente un trozo de barro sin forma, del cual luego, del caos, Dios formó un cosmos. Esta ideología ha tenido gran influencia en muchas interpretaciones cristianas de Génesis 1:2, incluyendo la primera traducción al inglés de la Biblia supervisada por William Tyndale, que lo tradujo como «nulo y vacío»; asentando con ello un triste precedente para muchas traducciones futuras de la Biblia y comentaristas bíblicos, incluyendo a Martín Lutero (1).

Sin embargo, el mismo lenguaje para «sin forma [toju] y vacío [boju]» empleado en Génesis 1:2 se utiliza en otras partes de la Escritura con referencia a una tierra deshabitada. Los ejemplos incluyen Deuteronomio 32:10, el cual habla de «desierto, en un páramo vacío [toju]». Isaías 45:18 expone que Dios «creó [bara] los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos [toju]». Tal vez el paralelo más cercano es Jeremías 4:23, donde Dios profetizó el futuro estado de Judá, una nación condenada al exilio por su pecado: «Miré a la tierra y estaba vacía y no tenía forma; miré a los cielos y no había luz». Aquí, «vacía y sin forma» no significa caos, sino vacía de seres humanos; «sin luz» no significa que no haya sol, sino que la tierra está sin la bendición de Dios.

Del mismo modo, en Génesis 1:2 «sin forma y vacía» es la condición de la tierra antes de que Dios la hiciera buena, llenándola de luz y de vida. Para mejor entendimiento, no es que Dios creó un caos primordial y luego formó la tierra a partir de ello, sino que Dios creó todo de la nada y que la tierra existió durante un período no especificado de tiempo en un estado vacío y desierto. El amanecer de la luz de Dios señala el arribo de su bendición. Luego, Dios empleó seis días literales preparando la tierra para la vida humana, como se registra en Génesis 1-2. Este trabajo consiste en la formación (asa) del material ya existente, no en la creación (bara) de la nada. Históricamente, esta es también la enseñanza de Agustín.

La creación de los cielos y la tierra en el primer versículo es un hecho concreto, histórico y científico. Sin embargo, el texto simplemente no nos dice cuándo sucedió, solo que fue en algún momento antes de la preparación de la tierra para que los seres humanos vivieran con Dios. «En el principio» significa que hubo una inauguración, pero no especifica cuándo fue ese momento. Por lo tanto, Génesis 1:1 deja abiertas las posibilidades de una tierra joven y de una vieja.

El relato de la creación hace todo lo posible para que quede claro que el Dios que creó todo (bara), de acuerdo con el primero versículo, es el mismo Dios que preparó (asa) la tierra para que los seres humanos vivieran con él en el resto de Génesis 1 y 2. El Dios de la creación es también el Dios de la relación de pacto.

 

Notas:

  1. Ver Martin Luther, «Lectures on Genesis Chapters 1–5 [Sermones sobre Génesis capítulos 1 a 5]» in Luther’s Works [Las obras de Lutero], edición estadounidense, 55 vols. ed. Jaroslav Pelikan and Helmut T. Lehmann (Philadelphia: Muehlenberg and Fortress; St. Louis: Concordia, 1955–1986), 1:6.