Biblia: ¿Cuál es el canon de la Escritura?
El canon de la Escritura es la colección de libros que la iglesia ha reconocido poseen la autoridad divina en los asuntos de fe y doctrina. El término proviene de la palabra griega kanon y de la palabra hebrea qaneh; ambas significan «una regla» o «vara de medir». El canon es la autoridad por la que cualquier otra afirmación de verdad se compara y se mide. Hablar de los escritos canónicos es hablar de aquellos libros que se considera tienen la autoridad divina. Ellos son los libros de nuestra Biblia.
Los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento y los veintisiete libros del Nuevo Testamento preservados por la gracia de Dios en la Biblia son la Palabra inspirada de Dios. La iglesia reconoce que estos libros constituyen el canon completo inspirado por Dios y los considera como la única autoridad ya que por ellos Dios habla a su pueblo. F.F. Bruce afirma:
Una cosa debe ser enfáticamente dicha. Los libros del Nuevo Testamento no se convirtieron en autoridad en la iglesia por ser incluidos formalmente en una lista canónica; por el contrario, la iglesia los incluyó en su canon porque ya los consideraba como divinamente inspirados, reconociendo su valor innato y su autoridad apostólica en general, ya sea directa o indirecta. Los primeros concilios eclesiásticos que clasificaron los libros canónicos fueron celebrados ambos en el norte de África—en Hipona en el 393 y en Cartago en el 397—, pero lo que estos concilios hicieron no fue imponer algo nuevo sobre las comunidades cristianas, sino codificar lo que ya era una práctica general en aquellas comunidades. (1)
Una y otra vez Jesús y sus apóstoles citaron de este cuerpo de escritos autoritativos. Ellos los designaron como «la Escritura», «las Escrituras», «las santas Escrituras», «los escritos sagrados», y así sucesivamente NOTA: Jn. 7:38, Hch. 8:32, Rm. 4:3; Mt. 21:42, Jn. 5:39, Hch. 17:11; Rm. 1:2; 2 Tm. 3:15]. A menudo introdujeron sus citas con el «Escrito está»; esto es, permanece firmemente lo escrito.
Llamamos a estos escritos autoritativos el Antiguo Testamento. El pueblo judío los llama Tanaj, un acrónimo formado por las primeras letras de las palabras Torá (Ley), Neviim (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Vemos esta idea cuando Jesús les explicó a sus discípulos que «[tiene] que cumplirse todo lo escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos» [NOTA: Lc. 24:44.]. Es importante tener en cuanta que el Tanaj incluye el mismo material del Antiguo Testamento protestante, aunque ellos ubican los libros de manera diferente. (2)
A partir del año 250 a.C., los judíos de habla griega que vivían en Alejandría tradujeron el Antiguo Testamento al griego llamándolo la versión Septuaginta o Biblia de los Setenta. Por alguna razón desconocida, ellos cambiaron el contenido de varios libros, añadieron muchos otros y modificaron el orden de los libros.
Los primeros cristianos siguieron el ejemplo de Jesús y utilizaron los mismos libros tal como se encuentran en la Biblia hebrea hoy en día. Pero a medida que el centro del cristianismo comenzó a alejarse de Jerusalén y los cristianos adoraban y leían más en griego que hebreo, hubo una mayor apertura hacia los libros de la versión Septuaginta. Hubo un largo y complicado debate acerca de la validez y de la categoría de estos libros. Eventualmente, la Iglesia Católica Romana adoptó muchos de los libros de la versión Septuaginta en su versión en latín, llamada la Vulgata. Se hace referencia a ellos como deuterocanónicos, indicando que fueron canonizados más tarde. A medida que los reformadores trataron de liberar a la iglesia de muchas enseñanzas tradicionales y de regresar a la Biblia, ellos rechazaron también los libros deuterocanónicos, llamándolos los libros Apócrifos. Mantuvieron el orden de la Vulgata, pero regresaron a los libros autoritativos de Jesús, los judíos de habla hebrea y el cristianismo primitivo.
Hoy las Iglesias Orientales y las Iglesias Católicas aceptan a los apócrifos, mientras que los protestantes permanecen con los libros aceptados por los hebreos en ese momento y ahora. Cabe señalar que aceptar los apócrifos no tendría un impacto significativo en la enseñanza doctrinal de la iglesia. Los errores de la Iglesia Católica provienen del uso de textos apócrifos como semillas para la especulación en lugar de las enseñanzas de los propios textos.
La iglesia primitiva reconoció de inmediato la mayoría de los libros del Nuevo Testamento como canónicos. Los cuatro Evangelios, escritos para preservar y difundir la historia de Jesús a toda la iglesia, fueron recibidos con agrado y universalmente, al igual que los escritos de Pablo, incluyendo 1 Timoteo, 2 Timoteo y Tito (también conocidos como las Cartas Pastorales). Hechos, 1 Juan, 1 Pedro y Apocalipsis también fueron reconocidos universalmente. Sin embargo, la Carta a los hebreos permaneció en disputa durante varios siglos, sobre todo en Occidente, debido al anonimato de su autor. La validez de Santiago, 2 Pedro, 2 Juan, 3 Judas fluctuó de acuerdo con la iglesia, época y juicio individual, y ocasionalmente se omiten de las listas canónicas. Algunas obras de los padres apostólicos, como la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas y la primera y segunda epístolas de Clemente se citan de forma esporádica como Escrituras potenciales, pero no se suelen incluir en las listas canónicas formales.
En el siglo IV, la iglesia determinó resolver las cuestiones del canon del Nuevo Testamento. En Oriente esto se llevó a cabo con la Carta Pascual Trigésimo Novena de Atanasio en el 367 d.C. En Occidente el canon se fijó en el Concilio de Cartago en el 397 d.C.
¿Hubo disputa por el canon del Nuevo Testamento? En realidad, no. Prácticamente todos los libros fueron aceptados inmediatamente. ¿Canonizó los libros la iglesia? No, en absoluto. Más bien, se reconoció y confirmó su estatus canónico. J.I. Packer describe:
La iglesia no más nos dio el canon del Nuevo Testamento como Sir Isaac Newton nos dio la fuerza de la gravedad. Dios nos dio la gravedad por su obra de creación, y del mismo modo nos dio el canon del Nuevo Testamento al inspirar los libros individuales que lo componen (3).
¿Cómo supo la iglesia qué libros debían ser reconocidos como canónicos? ¿Cuáles fueron los criterios de canonicidad? Se utilizó tres criterios principales:
- Conformidad con «la regla de la fe». ¿Se ajusta el libro a la ortodoxia, la verdad cristiana reconocida como normativa en las iglesias?
- Apostolicidad ¿Fue el escritor del libro un apóstol o tenía contacto inmediato con los apóstoles el escritor del libro? Todos excepto unos pocos escritores del Nuevo Testamento fueron testigos oculares de los hechos que registraron NOTA: Jn. 19:35; 20:30–31; Hch. 1:1–3, 9; 10:39–42; 1 Cr. 15:6–8; 1 Pd. 5:1; 2 Pd. 1:16; 1 Jn. 1:1–3.]. Aunque no fueron testigos oculares, Lucas recibió su información de Pablo y de numerosos testigos, mientras que Marcos recibió su información de Pedro, quien fue un testigo ocular. Santiago y Judas estuvieron estrechamente asociados con los apóstoles en Jerusalén y fueron probablemente hermanos de Jesús, lo cual los hizo también testigos [NOTA: 2 Tm. 4:11; Lc. 1:1–4; 1 Pd. 5:13.].
- Catolicidad ¿Tuvo el libro una aceptación y un uso generalizados y continuos por las iglesias en todas partes?
Al considerar el gran acuerdo que rodea el canon de las Escrituras, los eruditos han dicho:
El hecho de que sustancialmente toda la iglesia llegó a reconocer los mismos veintisiete libros como canónicos es notable cuando se recuerda que el resultado no fue inventado. Todos los que las distintas iglesias en todo el Imperio podían hacer era dar testimonio de su propia experiencia con los documentos y compartir cualquier conocimiento que pudieran tener acerca de su origen y carácter. Cuando se tiene en cuenta la diversidad de orígenes culturales y la orientación de los elementos esenciales de la fe cristiana dentro de las iglesias, el común acuerdo acerca de qué libros pertenecían al Nuevo Testamento sirve para sugerir que la decisión final no se originó exclusivamente en el nivel humano. (4)
Notas:
3. F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1981), 22. Publicado en español con el título ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?.
4. Walter A. Elwell y Barry J. Beitzel, Baker Encyclopedia of the Bible [Enciclopedia Baker de la Biblia] (Grand Rapids, MI: Baker, 1988), 301.
5. I. Packer, God Has Spoken: Revelation and the Bible, 3rd ed. (Grand Rapids, MI: Baker, 2000), 109. Publicado en español con el título La voz del Dios santo: Dios ha hablado en la Biblia.
6. Glenn W. Barker, William L. Lane, y J. Ramsey Michaels, The New Testament Speaks [El Nuevo Testamento habla] (New York: Harper & Row, 1969), 29.