Iglesia: ¿Cuáles son las características de la iglesia?

Iglesia: ¿Cuáles son las características de la iglesia?

La suposición de que los cristianos saben de forma innata lo que es la iglesia tiene una larga historia. La iglesia primitiva debatía muchas cosas, por ejemplo, la trinidad y la relación entre la humanidad y divinidad de Jesucristo. Sin embargo, un tema que no debatió fue qué constituye la iglesia. Después de que Cipriano, obispo de Cartago, escribió «La unidad de la Iglesia» en d. C. 251 hasta que Wycliffe escribió «La iglesia» en 1378, no hubo una monografía significativa sobre la iglesia (1).

Todo cambió en el siglo XVI durante la Reforma cuando protestantes y católicos romanos tuvieron que definir la iglesia. Esto terminó en numerosas definiciones y debates, que continúan hasta el día de hoy sin un acuerdo generalizado. Por ejemplo, El diccionario de teología evangélica dice:

Los Arnoldistas enfatizaron la pobreza y la identificación con la mayoría; los Valdenses destacaron la obediencia literal a las enseñanzas de Jesús y la predicación evangélica. Los católicos romanos decían que la única iglesia verdadera era lo que dirigía el Papa como sucesor supremo del apóstol Pedro. Los reformadores Martin Lutero y Juan Calvino, siguiendo a John Wycliffe, distinguieron entre las iglesias visibles e invisibles, diciendo que la iglesia invisible consiste solo en los elegidos. Por lo tanto, un individuo, incluso el Papa, puede ser parte de la iglesia visible pero no de la verdadera iglesia invisible (2).

Parte de la confusión es que la palabra griega ekklēsia, que se traduce «iglesia», tiene varias definiciones (3). Originalmente, podía nombrar una asamblea pública, incluso un motín [NOTA: Hch. 19:32, 39, 41]. En la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo), la palabra se traduce como qāhāl, que denota la asamblea del pueblo de Dios [NOTA: Det. 10:4; 23:2–3; 31:30; Sa. 22:23.]. Por lo tanto, la palabra ekklēsia en el Nuevo Testamento puede significar la asamblea de los hebreos [NOTA: Hch. 7:38; Hb. 2:12.].

La mayoría de los usos de la palabra ekklēsia en el Nuevo Testamento designan la Iglesia cristiana, tanto la iglesia local [NOTA: Mt. 18:17; Hch. 15:41; Rm. 16:16; 1 Cor. 4:17; 7:17; 14:33; Col. 4:15] como la iglesia universal [NOTA: Mt. 16:18; Hch. 20:28; 1 Cor. 12:28; 15:9; Ef. 1:22.].

La palabra inglesa para iglesia viene de la palabra griega kyriakon, que significa «del Señor» [NOTA: 1 Cor. 11:20; Ap. 1:10.]. Más tarde pasó a significar la casa del Señor, un edificio de iglesia que no es el énfasis originalmente bíblico. La iglesia es una familia, y toda familia necesita una casa. Lo importante es la familia, no la iglesia. Wayne Grudem resume el uso de la palabra iglesia:

Una iglesia en casa se llama una «iglesia» en Romanos 16:5 (Den también mis saludos a la iglesia que se reúne en el hogar de ellos) y 1 Corintios 16:19 (Aquila y Priscila y todos los demás que se congregan en la casa de ellos para las reuniones de la iglesia). La iglesia de una ciudad entera también se llama «iglesia» (1 Cor. 1:2, 2 Cor 1:1 y 1 Tes 1:1). La iglesia de una región entera se llama «iglesia» también en Hechos 9:31: «La iglesia, entonces, tuvo paz por toda Judea, Galilea y Samaria; se fortalecía y los creyentes vivían en el temor del Señor». Finalmente, la iglesia en todo el mundo puede denominarse «la iglesia». Pablo dice, «ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella» (Ef 5:25) y también, «Dios ha designado para la iglesia: en primer lugar, los apóstoles; en segundo lugar, los profetas; en tercer lugar, los maestros…» (1 Cor 12:28). Podemos concluir que el grupo del pueblo de Dios de cualquier nivel, desde el local al universal puede llamarse correctamente una «iglesia» (4).

Varias tradiciones cristianas tienden a definir la iglesia—o su iglesia—de una manera poco saludable y reduccionista, enfocándose en una sola metáfora a expensas de la amplia enseñanza del Nuevo Testamento. Como resultado, son desequilibradas y por eso malsanas. Por ejemplo, la iglesia corporativa se refiere como la novia de Cristo. El resultado de sobre-enfatizar esta metáfora es la naturaleza femenina de mucha enseñanza y alabanza evangélica, y explica en parte porque los hombres tienen menos probabilidades de asistir a la iglesia (5).

Existen incontables definiciones y suposiciones erróneas sobre la iglesia. Por ejemplo, la iglesia no es donde se reúnen dos o más, ese es en realidad el número mínimo de testigos necesarios para condenar a alguien por un delito [NOTA: Dt. 19:15; Mt. 18:15-20]. La iglesia no es un edificio sagrado donde se llevan a cabo reuniones especiales. Tampoco es una sociedad eucarística mediante la cual Dios reparte su gracia a través de sacramentos y una jerarquía debidamente autorizada de obispos y sacerdotes en sucesión ininterrumpida desde los apóstoles. La iglesia no es una fuerza policiaca defensora de la moral de una sociedad mediante la búsqueda de un cambio de conducta por la vía de la legislación. Por último, la iglesia no es una reunión semanal para realizar actividades espirituales.

Gracias a Dios, en las Escrituras podemos encontrar qué es la iglesia. El libro de Hechos es el relato histórico de la iglesia primitiva. Ahí, vemos que la iglesia del Nuevo Testamento nació mediante la predicación del sermón de Pedro en la fiesta de Pentecostés. Resumiendo lo que es la iglesia, tal como se describe en Hechos 2:42-47, obtenemos una definición bíblica de la iglesia como Dios quiso que fuera:

La iglesia local es una comunidad de creyentes regenerados que confiesan a Jesucristo como Señor. En obediencia a la Escritura se organizan bajo un liderazgo calificado, se reúnen regularmente para la predicación y la adoración, guardan los sacramentos bíblicos del bautismo y de la Cena del Señor, están unidos por el Espíritu, son disciplinados para la santidad y se dispersan como misioneros por todo el mundo para cumplir el mandamiento supremo y la gran comisión, para gozo de ellos y para la gloria de Dios. (6)

A lo largo de los siglos, los líderes de la iglesia han caracterizado la iglesia de acuerdo con cuatro marcas.

  1. La iglesia es unificada por la confesión y la vida compartida en Cristo por medio del Espíritu Santo.
  2. La iglesia es santa por su carácter de similitud a Cristo, no solo por lo que no hace mediante el cumplimiento religioso de reglas, sino viviendo la vida nueva modelada por Jesús por el poder del Espíritu Santo.
  3. La iglesia es católica (universal), puesto que, junto con el evangelio, no tienen límites de tiempo o espacio, porque Jesús es Señor de todas las personas, no solo de un pueblo.
  4. La iglesia es apostólica, ya que vive bajo la autoridad de los apóstoles, siguiendo su fe y su vida, que nos entregó la Biblia.

Además de estas marcas, los reformadores añadieron otras como:

  1. Predicación pura de la Palabra
  2. Correcta administración de los sacramentos
  3. Disciplina o corrección de las obras de la carne, reemplazada por el fruto del Espíritu

Si bien son buenas, creemos que estas siete marcas no son suficientes para captar la minuciosidad de la definición bíblica de la iglesia. Omiten tanto el mandamiento supremo de amar a Dios y al prójimo, como a la gran comisión de llevar el evangelio por todo el mundo. Si nos atenemos a la definición de la iglesia resumida en Hechos 2, podemos identificar ocho características fundamentales de la iglesia local. Entenderlas nos proveerá estándares para planear y evaluar a todas las iglesias.

  1. La iglesia está compuesta por creyentes regenerados [NOTA: 2:36–41.]. El Espíritu mora en ellos y les ha dado un nuevo corazón. La iglesia es una comunidad de verdaderos discípulos dedicados a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la Cena del Señor y a la oración [NOTA: Hch. 2:42]; a asistir juntos a las reuniones y a tener comunión en sus hogares con alegría y generosidad de corazón [NOTA: Hch. 2:46.]. Hay no creyentes que participan en la actividad de la iglesia y que tienen un lugar importante en la comunidad extendida [NOTA: 1 Cor. 14:22–25]. Asimismo, los niños son bienvenidos en la iglesia para ser amados y servidos para que se conviertan en cristianos con una fe salvadora y más tarde en miembros de la iglesia. No obstante, la propia iglesia, el cuerpo de Cristo, se compone de creyentes confesos justificados por la fe y hechos nuevos por el Espíritu. Se trata de una comunidad justificados que manifiesta la vida sobrenatural del Dios trino.
  2. La iglesia está organizada bajo un liderazgo calificado y competente guiado por el Espíritu Santo. Los principales líderes humanos son llamados ancianos (pastores). En Hechos 2, los vemos ejerciendo su función única de enseñar a toda la iglesia [NOTA: 2:42.]. Dirigieron a la congregación su función única de enseñar a toda la iglesia. Dirigieron a la congregación tomando decisiones sabias sobre un problema potencialmente controvertido [NOTA: Hch. 6:1–6.]. Enviaron a Pedro y a Juan a Samaria para confirmar la autenticidad del brote evangelista en ese lugar [NOTA: Hch. 8:14.]. También en Hechos 14:23 vemos el nombramiento de ancianos [NOTA: Hch. 14:23.]. En el próximo capítulo ejercen su liderazgo en una controversia doctrinal con el partido de los fariseos en Jerusalén. La Biblia también describe el liderazgo de los diáconos, o equipos ministeriales encabezados por hombre y mujeres [NOTA: Hch. 6:1–6; Flp. 1:1; 1 Tm. 3:1–13.].
  3. La iglesia se reúne con regularidad para escuchar la Palabra de Dios predicada correctamente y para responder en alabanza. La iglesia está bajo la autoridad apostólica de las Escrituras. En el libro de Hechos la gente se dedicó con entusiasmo a la enseñanza de los apóstoles, no porque tuvieron que hacerlo, sino porque su corazón regenerado así lo quería [NOTA: 2:42]. Habían recibido el Espíritu, presenciado milagros extraordinarios y fueron testigos de el cristianismo como algo basado solo en experiencias. Como discípulos, estaban muy conscientes de su necesidad de aumentar continuamente su entendimiento de las Escrituras, por lo que las estudiaron no solo por información, sino también para transformación en toda su vida. Por lo tanto, la iglesia estudia las Escrituras para demostrar la sumisión a la autoridad apostólica de la Palabra de Dios. Es importante destacar que la iglesia no solo se reúne para escuchar la predicación de la Escritura, sino también para responder a la gracia y a la verdad de Dios con adoración. En los primeros días de la iglesia del Nuevo Testamento, somos testigos de una comunidad adoradora en la que los creyentes alababan a Dios y tenían favor con todas las personas [NOTA: Hch.  2:47]. La alabanza es una respuesta a la revelación del Señor por quién es él, lo que ha hecho y lo que hará. Consiste en (1) adoración y proclamación de la grandeza del Señor y de sus obras poderosas [NOTA: Hch. 2:11]; (2) acción, lo que representa servirle viviendo su carácter mediante el servicio amable de los demás en obediencia a los mandamientos de la Escritura; y (3) participación en la vida y misión divinas [NOTA: Jn. 17:21; 1 Jn. 4:12–15]. Es tanto proskuneo, caer y besar los pies de Jesús en una expresión de lealtad y adoracion a Dios [NOTA: Mt. 2:11; 4:9; 8:2; 28:9; Ap. 19:10.], y de latreia o leitourgeo, que es ministrar, o hacer trabajo y servicio en el mundo en el nombre de Jesús [NOTA: Rm. 1:9; 12:1; Ap. 7:15.].
  1. La iglesia es donde los sacramentos bíblicos del bautismo y de la Cena del Señor se llevan a cabo regularmente como símbolos visibles del evangelio en la vida de la iglesia.
  2. La iglesia está unida por la confesión y la vida compartida en Cristo mediante el Espíritu Santo. La vida unificada de la Trinidad misma se manifiesta entre el pueblo de Dios, quienes viven en amorosa unidad como iglesia. Esta unidad viene en varios aspectos concretos:
  • Unidad teológica. Los líderes y miembros de la iglesia deben estar de acuerdo en lo que sí y en lo que no pueden debatir. Cada iglesia debe aclarar lo que considera sus principales doctrinas esenciales. Instamos que las principales doctrinas de cada iglesia sean tales como la Trinidad como el único Dios y objeto de alabanza, las Escrituras como la perfecta Palabra de Dios, Jesús como Dios y hombre nacido de una virgen para vivir sin pecado antes de morir por nuestros pecados y ascendido físicamente para nuestra salvación y la salvación solo por gracia solamente mediante la fe en Cristo. También hay doctrinas secundarias negociables, tales como estilo musical, el modo de Comunión, las opciones de educación para los niños o su creencia en el rapto, lo que permite una amplia gama de creencias siempre que caigan dentro de los límites de la verdad bíblica y se lleven a cabo con un espíritu humilde y educable.
  • Unidad relacional no significa necesariamente que todos se caen bien unos con otros, pero sí significa que las personas se aman unas a otras y lo demuestran siendo cordiales, respetuosas, amigables y amables en sus interacciones interpersonales. Querer a alguien depende de su comportamiento. Amar a alguien depende del carácter de Dios. Por esta razón, podemos amar a las personas que no nos agradan al considerar su punto de vista, bendecirlas y valorar la relación.
  • Unidad filosófica caracteriza los métodos del ministerio y de estilo. Estas son las reglas de la casa o la filosofía del ministerio acerca de cómo opera la iglesia y, en muchos sentidos, son la causa de un estilo cultural específico y primario en una iglesia. Esto incluye todo desde el numero de servicios hasta rentar o comprar un edificio hasta el estilo de música, el orden del servicio, etc.
  • Unidad misional se refiere al objeto misional de la iglesia. En última instancia, la meta de todos los miembros de la iglesia debe ser glorificar a Dios bíblicamente en todo lo que dicen y hacen, con la esperanza de que las naciones conozcan a Dios y también vivan para glorificarlo. Ninguna iglesia logra este objetivo a la perfección, pero el objetivo es el progreso constante.
  • Unidad organizacional se basa en cómo opera la iglesia, en cuestiones como descripciones de cargos, análisis de rendimiento y políticas financieras, de modo que la iglesia puede ser una administradora unificada y buena de los recursos que Dios ha confiado a su supervisión.
  1. La iglesia es disciplinada para la santidad. El corazón de la disciplina es el discipulado. Los líderes usan las Escrituras para enseñar, corregir, capacitar y equipar a los cristianos para que sean un pueblo santo que continuamente crece en semejanza a Cristo. Cuando los creyentes pecan, se supone que deben confesar su pecado y arrepentirse. Si alguien no se arrepiente, la iglesia y sus líderes deben promulgar amorosamente la disciplina bíblica de la iglesia, con la esperanza de llevar al pecador al arrepentimiento y a una relación reconciliada con Dios y su pueblo.
  2. La iglesia obedece el supremo mandamiento de amar. Debe ser una comunidad amorosa, capacitada por el Espíritu, que se dedica a la comunión. El pueblo de Dios vive en comunidad relacional intencional para buscar el bienestar los unos de los otros en todas las formas: física, mental, espiritual, material y emocional. Esto no quiere decir que todos están obligados a ser los mejores amigos de los demás, pero sí que los miembros cuidan los unos de los otros como una familia extendida. Las personas que forman la iglesia se reúnen regularmente [NOTA: 20:7; 1 Cr. 5:4; 11:17–20; 14:23–26; Hb.10:25.] para cuestiones tales como la alabanza, el aprendizaje, los sacramentos y el aliento. No obstante, incluso cuando no se reúne, la iglesia sigue siendo la iglesia. Hay un vínculo de Espíritu que trae un sentido de pertenencia y de misión que une a los creyentes dondequiera que estén, de la misma manera que una familia sigue siendo una familia, aunque papá esté en el trabajo, mamá esté en la tienda y los niños estén en la escuela.

La Escritura ordena a los cristianos y a las iglesias no solo a amar, sino

también a quien amar. En primer lugar, hemos de amar a Dios [NOTA: Mt. 6:24; 22:39.]. En segundo lugar, debemos amar a nuestra familia [NOTA: Ef. 5:25; 6:1–4; Tt. 2:4.]. En tercer lugar, hemos de comportarnos de una manera honrosa y respetuosa, de forma tal que los líderes de la iglesia encuentren gozo en pastorearnos, lo cual es una forma práctica de amarlos [NOTA: 1 Tm. 5:17; Hb. 13:17]. En cuarto lugar, hemos de amar a los demás cristianos [NOTA: 1 Jn. 3:14.]. En quinto lugar, debemos amar a nuestros prójimos, incluso si son personas difíciles [NOTA: Mt. 22:39; Lc. 10:30–37; Rm. 13:9–10; Gl. 5:14; St. 2:8.]. En sexto lugar, hemos de amar a los desconocidos [NOTA: Hb. 13:2.]. En séptimo lugar, debemos amar incluso a nuestros enemigos [NOTA: Mt. 5:43–45; Lc. 6:32.].

  1. La iglesia está sujeta a la gran comisión de evangelizar y de hacer discípulos. En una comunidad evangelizadora, en la que el evangelio de Jesús se hace visible constantemente mediante la proclamación del evangelio, el testimonio de la vida de los miembros y su vida de amor capacitada por el Espíritu. Desde el primer día, «cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos» [NOTA: 2:47.] porque tomaron en serio el mandamiento de Jesús: «Recibirán poder cuando el Espíritu Santo desciende sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra» [NOTA: Hch. 1:8.].

La iglesia ha de ser un pueblo evangelista en misión por todo el mundo, apasionado de ver que los espiritualmente perdidos conozcan a Jesucristo como su Salvador, Dios y Señor. Cualquiera iglesia sometida al Espíritu Santo y obediente a la Escritura quiere menos divorcios, adicciones, robos y abusos, y sabe que el único camino para que esto acontezca es hacer más discípulos. La iglesia ama a la gente y está continua y dolorosamente consciente de la devastación que se produce en esta vida y en la vida por venir para aquellos que no están reconciliados con Dios. Por lo tanto, aunque no imponiendo la religión a nadie, la iglesia de Jesucristo debe estar constantemente proponiendo la reconciliación con Dios para todos [NOTA: Hch. 13:43; 17:4, 17; 18:4; 19:4, 26; 26:1–28; 28:23–24; 2 Cr. 5:11, 20; Cl. 1:28–29.].

A medida que las iglesias locales implementan estas características de la iglesia, es de vital importancia que la distinción entre el principio y el método se mantenga. Estas ocho características nos brindan principios bíblicos eternos que son inmutables, independientemente de la cultura. Sin embargo, también requieren que los líderes de la iglesia utilicen oportunos métodos bíblicos que cambien dependiendo de la cultura. Esta es la esencia de lo que significa ser una iglesia misionera que contextualiza su ministerio. Pablo lo demostró al no cambiar so doctrina o principios, pero a menudo cambiando sus métodos, dependiendo de su audiencia. Pablo explica la contextualización misional en 1 Corintios 9:19-23:

A pesar de que soy un hombre libre y sin amo, me he hecho esclavo de todos para llevar a muchos a Cristo. Cuando estaba con los judíos, vivía como un judío para llevar a los judíos a Cristo. Cuando estaba con los que siguen la ley judía, yo también vivía bajo esa ley. A pesar de que no estoy sujeto a la ley, me sujetaba a ella para poder llevar a Cristo a los que están bajo la ley. Cuando estoy con los gentiles, quienes no siguen la ley judía, yo también vivo independiente de esa ley para poder llevarlos a Cristo; pero no ignoro la ley de Dios, obedezco la ley de Cristo. Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones.

En la práctica, esto significa, por ejemplo, que está bien que las iglesias se reúnan en diferentes tipos de edificios o al aire libre bajo un árbol, que tengan servicios que duren una hora o un día entero y que canten canciones diferentes, con distintas formas de instrumentación (si es que hay), de la forma más adecuada para el contexto cultural específico de cada uno. Estos son distinciones en la familia de Dios, pero no deben ser divisiones en la familia de Dios. El único lugar donde todos están de acuerdo sobre todo es un culto, y en la iglesia el amor para Dios y enfoque en la verdad es el base para la unidad.

Ambos hemos entregado nuestra vida al servicio de la iglesia. Sabemos que la iglesia es imperfecta y que está dirigida por personas imperfectas como nosotros. Sin embargo, estamos plenamente convencidos de que el evangelio de Jesucristo a través del ministerio de la iglesia es la esperanza del mundo. Y a medida que estas ocho características de la iglesia se persigan por la gracia, confiamos en que la gloria de Dios Padre se hará visible en las vidas cambiadas por Jesucristo mediante el ministerio del Espíritu Santo.

 

 

Notas:

  1. F. Torrance, Theology in Reconstruction [La teología en reconstrucción] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1965), 266.
  2. L. Omanson, “The Church,” [La iglesia] in Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario evangélico de teología], ed. Walter A. Elwell (Grand Rapids, MI: Baker, 1984), 231.
  3. Ibid.
  4. Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine [Teología sistemática: una introducción a la doctrina bíblica] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994), 857.
  5. David Murrow habla de esto en su libro Why Men Hate Going to Church [Por que los hombres odian ir a la iglesia] (Nashville: Thomas Nelson, 2004).
  6. Estos tres puntos son adaptados de Steve Walker, el pastor de Redeemer’s Fellowship, Roseburg, OR. Vemos el mismo esquema en Lucas 24:46–47; Hechos 10:39–43; 13:26–39; Romanos 4:22–25; y 1 Corintios. 15:1–8.