Trinidad: ¿Qué es la trinidad?

Trinidad: ¿Qué es la trinidad?

Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Dios. Tres personas. Aunque la palabra Trinidad no aparece en las Escrituras, este concepto de Uno-que-es-Tres sí está claramente presente. La palabra Trinidad se emplea como una forma abreviada de explicar abundantes verdades bíblicas. Fue utilizada por primera vez por Tertuliano (155-220 d.C.), un padre de la iglesia. Decir que Dios existe como Trinidad no significa que haya tres Dioses, o que el único Dios simplemente se manifieste como Padre, Hijo o Espíritu Santo en diversas ocasiones.

La Confesión de Fe de Westminster (1647) resume la doctrina, diciendo: «En la unidad de la Divinidad hay tres personas de una sustancia, poder y eternidad; Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo».

En este libro, usamos la siguiente definición: La Trinidad es un Dios quien existe eternmalmente como tres personas distinctas—Padre, Hijo y Espíritu—quienes son totalmente y igualmente Dios entre si.

Para aclarar, decir que cada miembro de la Trinidad es una «persona» no significa que Dios el Padre o Dios el Espíritu Santo se convirtieron en seres humanos. Más bien, significa que cada miembro de la Trinidad piensa, actúa, siente, habla y se relaciona, ya que ellos son personas y no fuerzas impersonales. Además, cada miembro de la Trinidad es igualmente Dios, lo que significa que comparten todos los atributos divinos como eternidad, omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia.

El Padre, Hijo y Espíritu son declarado Dios igualmente por las Escrituras. Vamos a conocer más cada persona de la deidad, comenzando con el Padre.

DIOS EL PADRE

Innumerables Escrituras declaran claramente y enfáticamente que el Padre es Dios [NOTA: Jn 6:27; 17:3; 1 Cor 8:6; 2 Cor 1:3; Ef. 1:3; 1 Ped 1:3]. En la historia del cristianismo y todos los cultos y religiones que han confundido con la verdad bíblica, nunca ha habido ninguna enseñanza falsa notable que niegue la deidad de Dios el Padre, porque es tan evidente en toda la Escrituras.

Sin embargo, trágicamente, ha habido un bajo énfasis en Dios el Padre en muchos círculos cristianos por causa de la herida del padre. La herida del padre es un dolor no curado de una padre físico o espiritual o una figura paterna en nuestra vida. Los padres nos fallan, y a menos que los perdonemos e invitemos a Dios Padre a curar la herida de nuestro padre, seguimos cargados en lugar de ligeros, rotos en lugar de sanados, y amargos en lugar de mejores.

Las personas con una herida de padre no curada pueden tener una visión equivocada y deformada de Dios. Nuestra visión de Dios es frecuentemente una proyección o rechazo de nuestro padre terrenal imperfecto hacia Dios. Aquí hay algunos ejemplos específicos:

El ateísmo dice que no tengo Padre.

El agnosticismo dice que es posible que tenga Padre, pero nunca lo he conocido. No sé quien o donde está, y no me importa saberlo.

El deísmo dice que tengo un Padre, pero, como mi padre que me abandonó cuando era pequeño, vive muy lejos y no tenemos una relación.

La teología reformada dice que tengo un Padre que es distante, controlador, dominante y no muy relacional.

La teología arminiana dice que tengo un Padre quien es pasivo y me permite tomar mis propias decisiones para hacer lo que quiera, como mi padre terrenal que no fue involucrada en mi vida.

La teología liberal dice que tengo un Padre que actúa más como un hermano mayor habilitador y no me dice que hacer, pero me ayuda a hacer lo que quiera, incluso si es tonto o rebelde.

La teología feminista dice que no necesitamos un Padre porque los hombres son peligrosos y dañinos, entonces debemos seguir adelante y estar felices de ser criados espiritualmente por un padre soltero y adorar a Dios como Madre.

Dios el Padre es en gran parte olvidado. En las iglesias evangélicas, reformadas, y bíblicas el enfoque está en Jesucristo, el Hijo de Dios. En las iglesias pentecostales y carismáticas, el enfoque está en Dios el Espíritu Santo. Se escriben libros sobre el Hijo y el Espíritu, pero casi nada está escrito sobre el Padre. Lamentablemente, los mormones y los musulmanes son los que llenan el vacío y hablan sobre sus visiones demoníacas y falsificadas de Dios como padre. Esto podría explicar el crecimiento del culto mormón y el atractivo del islam para los hombres jóvenes de todo el mundo.

Según la Biblia, cuando vemos a Jesús, vemos a Dios el Padre. Jesus dice, «Los que me han visto a mí han visto al Padre» [NOTA: Jn 14:9].

Cuando la Biblia dice que las personas, incluido Jesús, son portadores de la imagen de Dios, significa que las personas están hechas para reflejar. El único trabajo de un espejo es reflejar con precisión. Un espejo no existe para crear ninguna imagen, solo reflejar. Cuando la Biblia dice que Jesús «es la imagen del Dios invisible» [NOTA: Col 1:15], significa que el carácter del Padre se refleja perfectamente en la vida del Hijo. En Jesús vemos al corazón paternal de Dios.

Para curar la herida de padre, debes perdonar a los padres físicos y espirituales terrenales que te han fallado. Este perdón eliminará el punto de apoyo demoníaco que trae la amargura. Jesús promete, «No les dejaré como huérfanos» [NOTA: Jn 14:18]. El Espíritu Santo fue enviado para curar la herida de padre y traer adopción y filiación. «Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.  Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios. Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento» [NOTA: Rom 8:14-17].

Cuando te alejas de los espíritus demoniacos de la herida de padre, y por el Espíritu camina con el Padre, experimentarás un cambio radical en la vida. Aunque puedes ser cristiano, incluso un cristiano devoto y experimentado, es posible que aún no haya realizado el viaje completo de Jesús al Padre. Jesús dijo, «Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mi». [NOTA: Jn 14:6]

El Espíritu Santo te lleva a Jesús. Luego, Jesús te lleva al Padre. El Espíritu te convence del pecado y te lleva a Jesús para perdonarlo. Jesús perdona tu pecado y después te lleva al Padre para que te cures. Muchos cristianos entienden la convicción y el perdón, pero aún no han experimentado la curación del Padre. Ser cristiano es experimentar la plenitud de la «adopción como niños» [NOTA: Gal 4:5].

Cuando un niño es adoptado, se adaptan a tener un padre y pasan tiempo conociendo a su nuevo padre y familia. Convertirse en cristiano es obtener una nueva familia (la iglesia), un nuevo hermano mayor (Jesús), y un nuevo Padre (Dios).

El Antiguo Testamento habla mucho sobre los padres, incluidas las genealogías que enumeran generaciones de padres. Se refiere a Dios como Padre aproximadamente quince veces, y esas pocas ocasiones se refieren a la relación de Dios con la nación de Israel, y no a la comunicación intima y personal con un individuo. Todo cambia con la venida de Jesucristo. Su titulo favorito para Dios es Padre y, solo en los cuatro evangelios, llama Dios Su Padre aproximadamente 165 veces, específicamente usando la palabra “Abba”, traducida en la mayoría de Biblias como “Padre”.

Un diccionario teológico dice que «La singularidad de la enseñanza de Jesús sobre este tema es evidente por varias razones. Por un lado, la rareza de esta designación para Dios es sorprendente. No hay evidencia en la literatura judía precristiana de que los judíos se dirigieran a Dios como “Abba”. Una segunda característica única sobre el uso que hizo Jesús de Abba como designación de Dios involucra la intimidad del término…Abba era un término que no solo los niños pequeños usaban para dirigirse a sus padres; También era un término que usaban niños mayores y adultos. Como resultado, es mejor entender a Abba como el equivalente de “padre” en lugar de “papá” » (1).

DIOS EL HIJO Y DIOS EL ESPÍRITU

Jesús es declarado repetidamente como Dios a lo largo de las Escrituras tanto por los demás [NOTA: Mat. 28:9; Jn 1:1–4, 14; 5:17–18; 8:58; 10:30–38; 12:37–41; cf. Is 6:9–11; 20:28–29; He 20:28; Rom 1:3–4; 9:5; 1 Cor 8:4–6; Gal 4:4; Fil 2:10–11; Col 1:16–17; 2:8–9; 1 Tim 6:15; Tit 2:13; Heb 1:8; 1 Jn 5:20; Ap 1:8, 17–18; 17:14; 19:16; 22:13–16] como por él mismo, sin disculpa o corrección [NOTA: Mat 26:63–65; Jn 5:17–23; 8:58–59; 10:30–39; 19:7]. Jesús últimamente fue condenado a muerte por declararse a sí mismo como Dios, una declaración que, de ser falsa, habría sido una violación del primer mandamiento y un pecado blasfemo [NOTA: Mat 26:64–66; Mar 14:62–64; Jn 8:58–59; 10:30–31].

Además del Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es claramente llamado Dios a lo largo de las Escrituras. En el Antiguo Testamento, él posee los atributos de Dios, que revelan su deidad; es creador [NOTA: Gn 1:2, Sal 104:30], eterno [NOTA: Heb 9:14], omnipotente, [NOTA: Mi 3:8, He 1:8, Rom 15:13, 19] omnisciente [NOTA: Is 40:13-14, 1 Cor 2:10], y omnipresente [NOTA: Sal 139:7]. En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es también claramente declarado como Dios [NOTA: He 5:3-4, Jn 14:16, 2 Cor 3:16-8].

También, el Espíritu Santo no es simplemente una fuerza impersonal sino una persona que puede ser afligida [NOTA: Ef 4:30], resistida [NOTA: He 7:51] y insultada [NOTA: Heb 10:29]. La personalidad del Espíritu Santo explica por que Jesús habla de él como un “él” personal, no como un “eso” impersonal [NOTA: Jn 14:17, 26; 16:7-14].

Es importante destacar que, aunque un Dios, el Padre, Hijo, y Espíritu son personas distintas. El Padre y el Hijo están referenciados como dos personas únicas en frecuentes saludos en las cartas en el Nuevo Testamento [NOTA: Rom 1:7; 1 Cor 1:3; 2 Cor 1:2; Gal 1:3; Ef 1:2; 6:23; Flm 1:2; 1 Tes 1:1; 2 Tes 1:1–2; 1 Tim 1:1–2; 2 Tim 1:2; Tit 1:4; Flm 3; St 1:1; 2 Ped 1:2; 2 Jn 3], además de en otras Escrituras [NOTA: Jn 3:17; 5:31–32; 8:16–18; 11:41–42; 12:28; 14:31; 17:23–26; Gal 4:4; 1 Jn 4:10]. Las Escrituras también son claras de que Jesús y el Espíritu Santo no son la misma persona [NOTA: Lc 3:22; Jn 14:16; 15:26; 16:7; 1 Jn 2:1]. Igualmente, el Padre no es el Espíritu [NOTA: Jn 14:15, 15:26; Rom 8:11, 26–27; 2 Cor 1:3–4; Gal 1:1]. Jesús fue repetidamente claro que Él y el Padre son personas distintas pero un solo Dios, diciendo, «El Padre y yo somos uno» [NOTA: Jn 10:30], y «somos uno» [NOTA: Jn 17:11]. Vamos a estudiar con mayor detalle la persona y la obra de Jesucristo y el Espíritu Santo en los capítulos siguientes.

 

Notas:

  1. Robert H. Stein, “Fatherhood of God,” Evangelical Dictionary of Biblical Theology, Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 247.