Jesús: ¿Cómo entró Dios en la historia humana?

Jesús: ¿Cómo entró Dios en la historia humana?

Antes de examinar cómo ocurrió la encarnación, notaremos algunas verdades importantes sobre esta doctrina, por motivos de precisión.

Primero, la encarnación no es una idea tomada de la mitología pagana. En la mitología hay historias como la de Zeus que engendró a Hércules y Apolo que engendró a Ion y Pitágoras. Como resultado, algunos han especulado que los cristianos robaron la historia del nacimiento virginal de tales mitos. Esta especulación debe rechazarse por tres motivos. (1) Algunos de esos mitos vinieron después de la profecía de Isaías 7:14 y, por lo tanto, no pudieron haber sido el origen de la historia. (2) Los mitos hablan de dioses que tienen sexo con mujeres, que no es lo que implica el relato del nacimiento virginal. (3) Los mitos no involucran a seres humanos reales como María y Jesús, sino a personajes de ficción similares a nuestros superhéroes modernos en los cómics.

Un relato contemporáneo del «nacimiento virginal» de Augusto se contó en los días en que nació Jesús.

«Cuando Atia llegó en medio de la noche al servicio solemne de Apolo, hizo que pusieran su lecho en el templo y se durmió, mientras que el resto de las matronas también dormían. De repente, una serpiente se deslizó hacia ella y Al despertar, se purificó, como después de los abrazos de su marido, y enseguida apareció en su cuerpo una marca de colores como una serpiente, de la que nunca pudo deshacerse; de ​​modo que al poco tiempo dejó de ir a los baños públicos. En el décimo mes después de que nació Augusto y, por lo tanto, fue considerado como el hijo de Apolo». (1)

Incluso la mirada más breve muestra cuán diferente es este relato de la obra milagrosa de Dios en el vientre de María para engendrar al Dios-hombre, Jesús, que es Emmanuel el Mesías.

En segundo lugar, la enseñanza mormona de que Dios el Padre tuvo relaciones sexuales físicas, de carne y hueso, con María, lo que le permitió concebir a Jesús, es horrendamente incorrecta.

En tercer lugar, la encarnación no enseña que un hombre se convirtió en Dios. Desde el momento en que la Serpiente les dijo a nuestros padres, «Serán como Dios», [NOTA: Gn. 3:5] ha habido una falsa enseñanza demoníaca en curso diciendo que podemos ser dioses (e.g., Mormonismo) o parte de Dios (e.g., panteísmo, panenteísmo y Nueva Era). Simplemente, la encarnación enseña exactamente lo contrario, meramente que Dios se hizo hombre.

En cuarto lugar, el segundo miembro de la Trinidad no comenzó a existir en la encarnación de Jesucristo. Más bien, el Hijo eterno de Dios se convirtió en el Dios-hombre Jesucristo. El teólogo Martyn Lloyd-Jones lo dice de esta manera:

«La doctrina de la encarnación nos dice de inmediato que eso no es lo que sucedió. Una persona, repetimos, no comenzó a existir allí. Esta persona era la Eterna Persona, la segunda Persona de la Trinidad. Cuando un esposo y una esposa se juntan y nace un niño, nace una nueva persona, una nueva personalidad comienza a existir. Eso no sucedió en la encarnación». (2)

Quinto, si bien es cierto en un sentido que Dios se hizo hombre, debemos tener cuidado de notar que la segunda persona divina en la Trinidad se hizo hombre y que la Trinidad entera no se encarnó como un ser humano. Lloyd-Jones explica:

«Pero a mí siempre me parece prudente no decir que Dios se hizo hombre. Esa es una afirmación vaga que es mejor que no usemos. A menudo decimos eso, pero de la manera que creemos en las Personas de la Trinidad, lo que deberíamos decir es que la Segunda Persona en la Trinidad se hizo carne y vino como hombre. Si simplemente decimos, “Dios se hizo hombre”, entonces podemos estar diciendo algo que está muy mal, y si la gente cree algo erróneo como resultado de nuestra declaración, no podemos culparlos. Debemos ser particulares y debemos ser específicos y siempre debemos tener cuidado con lo que decimos… Jesucristo no ha sido cambiado a ser un hombre; es esta Persona Eterna la que ha venido en carne. Esa es la forma correcta de decirlo». (3)

Por tanto, por encarnación nos referimos a que la eterna segunda persona de la Trinidad entró en la historia como el hombre Jesucristo.

La encarnación de Jesucristo se registra en detalle en los dos primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas. Allí leemos que el ángel Gabriel fue enviado como mensajero de Dios al pueblo de Nazaret a una joven virgen llamada María que estaba comprometida con un hombre llamado José. El ángel anunció:

«“No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será esto, si soy virgen?” Y el ángel le respondió, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por tanto, el niño que nacerá será llamado santo, el Hijo de Dios … Porque nada es imposible para Dios.” Y María dijo: “He aquí, soy la sierva del Señor; hágase conmigo según tu palabra”. Y el ángel se apartó de ella.» [NOTA: Lc. 1:30–38]

Además, la Biblia revela el nacimiento de Jesús como el modelo para nuestro nuevo nacimiento—ambos son milagros de Dios el Espíritu Santo que son recibidos por fe. Creer en la encarnación de Jesús es una verdad esencial que los cristianos siempre han sostenido. Un erudito dice: «Aparte de los Ebionitas…y algunas sectas gnósticas, no se sabe que existió ningún grupo de cristianos en los primeros tiempos que no aceptaran como parte de su fe el nacimiento de Jesús de la Virgen María». (4) Otro escribe: «Todo lo que sabemos de la dogmática de la primera parte del siglo II concuerda con la creencia de que en ese período la virginidad de María era parte de la creencia cristiana formulada». (5) Además, Ignacio uno de los padres de la iglesia, quien fue entrenado por el discípulo Juan, testificó de este hecho, hablando de la «virginidad de María». (6) Por último, J. Gresham Machen resumió la evidencia de este hecho, diciendo: «Creemos que hay una buena base para sostener que la razón por la cual la Iglesia cristiana llegó a creer en el nacimiento de Jesús sin un padre humano era simplemente que Él había nacido así». (7)

 

Notas:

  1. Suetonius, Life of the Deified Augustus [La Vida del deificado Augusto], Capítulo 94.
  2. Martyn Lloyd-Jones, God the Father, God the Son [Dios el Padre, Dios el Hijo] (Wheaton, IL: Crossway, 1996), 264.
  3. , 256–57.
  4. James Orr, The Virgin Birth of Christ [El Nacimiento Virginal de Cristo] (New York: Scribner’s, 1907), 138.
  5. The Apology of Aristides [La Apología de Arístides], trad. y ed. Rendel Harris (London: Cambridge University Press, 1893), 25.
  6. William A. Jurgens, Faith of the Early Fathers [La Fe de los Primeros Padres] (Collegeville, MN: Liturgical Press, 1998), ß42.
  7. Gresham Machen, The Virgin Birth of Christ [El Nacimiento Virginal de Cristo] (New York: Harper & Brothers, 1930), 269.