Jesús: ¿Cuál es la relación entre Jesús y la iglesia?

Jesús: ¿Cuál es la relación entre Jesús y la iglesia?

La encarnación de Jesús fue en muchos sentidos un viaje misionero dirigido y facultado por Dios el Espíritu Santo [NOTA: Lc. 1:35, 67–79; 2:11, 25–38; 3:22; 4:14; 4:18; cf. Is. 61:1–2.]. La transición intercultural de Jesús desde el cielo fue rotundamente más ardua de lo que cualquier misionero haya experimentado alguna vez. Jesús bajó del cielo para vivir en una cultura pecaminosa. Él participó de ella plenamente, usando el lenguaje, formando parte de las festividades, comiendo los alimentos, disfrutando de la bebida, asistiendo a fiestas y haciendo amistad con la gente. Jesús se identificó con su quebranto para traer redención. Sin embargo, Jesús no condonó el pecado, y él mismo jamás pecó. Por último, Jesús envió a los cristianos y los envía exactamente en la misma misión. Los cristianos deben ser misioneros en la cultura como lo fue él.

De hecho, el término «cristiano» solo aparece tres veces en el Nuevo Testamento. Fue originalmente un término negativo, burlándose a los creyentes por tratar de ser un pequeño Jesús. Debido a que eso es exactamente nuestra esperanza, los creyentes adoptaron el termino como una meta positiva. Ser cristiano es, por la gracia de Dios y por el poder del Espíritu Santo, ser un pequeño Jesús en este mundo. Por eso, la clave es aprender sobre Jesús para que podamos seguirle en su misión en este mundo.

Tan solo en el Evangelio de Juan, Jesús nos dijo no menos de treinta y nueve veces que él era un misionero del cielo que vino a ministrar de forma encarnada en una cultura terrenal [NOTA: Jn. 3:34; 4:34; 5:23, 24, 30, 36, 37, 38; 6:29, 38, 39, 44, 57; 7:16, 28, 29, 33; 8:16, 18, 26, 29, 42; 9:4; 10:36; 11:42; 12:44, 45, 49; 13:20; 14:24; 15:21; 16:5; 17:3, 8, 18, 21, 23, 25; 20:21.] En su magnífica oración sumosacerdotal, [NOTA: Jn. 17:15–18.] Jesús oró para que no nos convirtiésemos ni en liberales sincretistas que pecan adentrándose demasiado en la cultura y actúan de forma mundana, ni en fundamentalistas separatistas que pecan por no adentrarse lo suficiente en la cultura y que actúan farisaicamente. Siempre existe la tendencia de ser como el hijo pródigo quien fue rebelde o como el hermano mayor quien fue religioso, pero Jesús predicó contra las dos actitudes.

Jesús nos manda a vivir en el mundo como un barco en el agua. El bote debería estar en el agua, pero hay problemas cuando el agua entra en el bote. El mandamiento de Jesús de ser misioneros en la cultura como él lo fue no podría estar más claro. En Juan 17:18 Jesús dijo: «Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío al mundo». Y en Juan 20:21 Jesús dijo: «Como el Padre me envió a mí, así yo los envío ustedes».

Los Evangelios nos presentan la historia del ministerio de Jesucristo en el poder del Espíritu, para que supiéramos quién es él. El libro de Hechos nos presenta la historia del ministerio de los seguidores de Jesús facultados por el Espíritu, la iglesia, que adora a Jesús como Dios y continúa su misión. Como iglesia, seguimos el ejemplo de Jesús al ser llenos del Espíritu y guiados por el Espíritu, lo cual define la misión de la iglesia. Esta es la razón por la que Lucas se preocupa de mostrar que el Espíritu Santo descendió tanto en Jesús como en la iglesia, facultando a la iglesia para continuar con la misión de Jesús en el mundo [NOTA: Lc. 3:21–22; Hch. 2:1–4.].

A medida que llevamos el evangelio por todo el mundo, las iglesias, como comunidades de discípulos de Jesús, se formarán. Es esencial que nunca olvidemos que Jesús, y solo Jesús, es:

  • La cabeza de la iglesia [NOTA: Ef. 1:22; 4:15; 5:23.]. Él es supremo. Él es prominente. Él es preeminente.
  • El apóstol que planta una iglesia [NOTA: Hb. 3:1.]. No hay iglesia que exista sin él; sin Jesús no hay iglesia. Aquellos que están inmersos en el duro trabajo de plantar iglesias deben recordar siempre que Jesús es el apóstol. Si bien podemos iniciar una organización, pero solo él puede plantar una iglesia.
  • El líder que construye una iglesia [NOTA: Mt. 16:18.]. Muchos pastores por necedad y orgullo asumen la responsabilidad de construir la iglesia, pero es solo Jesús quien en última instancia construye la iglesia.
  • El pastor principal que gobierna la iglesia [NOTA: 1 Pd. 5:4.]. La Biblia deja en claro que solo Jesús es el pastor principal de la iglesia y que los demás pastores y líderes deben funcionar bajo su liderazgo.
  • Presente en la iglesia [NOTA: Mt. 28:18–20.]. Jesús afirma: «Estoy con ustedes siempre» [NOTA: Col. 1:27]. En su exaltación y por el Espíritu, él está con nosotros, y nosotros estamos en él [NOTA: 17:21; Rm. 8:1; 1 Cor. 1:30; 2 Cor. 5:17; Flp. 3:9.].
  • El juez de la iglesia [NOTA: Ap. 2:5]. Debido a que las iglesias pertenecen a Jesús, Él tiene la autoridad para juzgarlas, cerrarlas, o crecerlas, porque puede hacer lo que quiera para cualquier razón que decida.

Jesús mismo dijo que él es la vid y nosotros las ramas [NOTA: Jn. 15:18.]. Lo que Jesús quiere decir es que no hay vida cristiana para la iglesia sin él. Hay muchas ramas. Asambleas de Dios, Evangélica Libre, Presbiteriana, Bautista, Cuadrangular e iglesias independientes son algunas de muchas ramas. Lo que mantiene a cada iglesia viva, sana, creciente y fructífera es un arraigo y una conexión permanentes con el Jesucristo vivo. Algunas iglesias, denominaciones, redes y similares actúan de forma arrogante como si fueran la vid y todas las demás ramas. Sin embargo, cuando la enseñanza de Jesús se recibe con humildad, somos capaces de disfrutar el ser ramas fructíferas y de regocijarnos en el fruto de otras ramas, ya que todas pertenecemos al mismo árbol proverbial.