Resurrection: ¿Qué logró la resurrección para los cristianos?

Resurrection: ¿Qué logró la resurrección para los cristianos?

La resurrección de Jesús lo revela como nuestro rey mesiánico. En el pacto davídico (2 Sm 7:7-16), Dios Padre prometió que su Hijo, Jesucristo, sería levantado de entre el linaje de David para gobernar un reino eterno. Pablo revela que esto se cumplió con la resurrección de Jesús. «La Buena Noticia trata de su Hijo. En su vida terrenal, él fue descendiente del rey David, y quedó demostrado que era el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo. Él es Jesucristo nuestro Señor» (Rm 1:3-4). Ahora que el Cristo resucitado ha sido instaurado como nuestro rey mesiánico, podemos estar seguros de que un día regresará a establecer su trono en la tierra y a gobernar su reino, el cual se extiende a toda la creación.

Además, tras la resurrección de Jesús un ángel declaró: «¡No está aquí! Ha resucitado tal como dijo que sucedería» (Mt 28:6). Por lo tanto, la resurrección prueba que las enseñanzas de Jesús fueron y son una verdad en la que podemos confiar. Prácticamente, la resurrección de Jesús nos da confianza en sus otras promesas que esperamos que se cumplan, como la de su regreso un día para juzgar a los pecadores (Jn 3:16, 18, 36; 5:25-29) y recompensar a los santos (Jn 14:3).

La Biblia habla con frecuencia de nuestra unión con Cristo por su resurrección (Rm 6:5), de nuestra resurrección con él (Col. 2:12; 3:1), y de que disfrutamos del mismo y poderoso Espíritu Santo que lo resucitó (1 Cor 6:14; 2 Cor 5:15). Con ello la Biblia está enfatizando las innumerables bendiciones y beneficios conferidos a los creyentes debido a la resurrección de Jesús.

Pablo hace hincapié en que a través de la muerte y resurrección de Jesús tenemos acceso al perdón de nuestros pecados (1 Cor 15:3-58). Debido a Jesús, quienes tienen fe en él pueden vivir con la gran alegría de saber que todos sus pecados—pasados, presentes y futuros—han sido perdonados de una vez por todas gracias a Jesús. Además, a medida que el poder de la resurrección de Jesús trabaja en nuestra santificación, crecemos en santidad y aprendemos a vivir en victoria sobre el pecado, hasta que un día con nuestra propia resurrección viviremos para siempre, libres de le presencia, poder y práctica de todo pecado. En otras partes de la Biblia se habla de la resurrección de Jesús como la fuente de nuestra justificación, que nos capacita para ser declarados justos ante los ojos de Dios aun siendo pecadores. Pablo declara explícitamente que Jesús fue «resucitado para nuestra justificación» (Rm 4:25).

Respecto a nuestro futuro, la resurrección de Jesús es el precedente y modelo de la nuestra: «Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron» (1 Cor 15:20). Así como su cuerpo fue resucitado en total salud, así también nosotros resucitaremos para no volver a experimentar dolor, daños o la muerte nunca más. Es así porque a través de la resurrección, Jesús ha dado muerte a la muerte.

Por otra parte, Wright hace la profunda observación de que «el mensaje de la resurrección es que el mundo presente importa» (1). Ya que Jesús resucitó físicamente de la muerte, aprendemos que, mediante él, Dios tiene la intención de reclamar y de restaurar todo lo que hizo en la Creación y que corrompió por la Caída. Pasaremos la eternidad en un mundo muy parecido al que disfrutaron nuestros primeros padres en el Edén, porque la tierra ha sido recuperada y restaurada por Dios mediante la resurrección de Jesús.

La plenitud de los efectos de la resurrección de Jesús se verá un día, después de su regreso. El tiempo existente entre la resurrección de Jesús y la nuestra es una larga temporada de amor, gracia y misericordia, mientras la noticia del evangelio sigue avanzando e invitando a los pecadores a arrepentirse y a disfrutar de la salvación presente y futura de Jesucristo. Pablo predicó justo esto, y la urgente necesidad del arrepentimiento de los pecadores: «En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus pecados y vuelva a él. Pues él ha fijado un día para juzgar al mundo con justicia por el hombre que él ha designado, y les demostró a todos quién es ese hombre al levantarlo de los muertos» (Hch 17:30-31).

Para concluir, nadie puede permanecer neutral respecto a la resurrección de Jesús. Es una afirmación demasiado asombrosa, un acontecimiento demasiado trascendental, sus implicaciones son demasiado significativas y el tema es demasiado serio. Cada uno debe elegir entre rechazar o aceptar esta verdad para sí mismo; permanecer indiferente o indeciso es rechazarla.

 

Notas:

  1. N.T. Wright, For All God’s Worth: True Worship and the Calling of the Church [El valor de Dios: La verdadera adoración y el llamado de la iglesia] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1997), 65.