Jesús: ¿En qué consiste el nuevo pacto?

Jesús: ¿En qué consiste el nuevo pacto?

Nuestro estudio de los pactos nos lleva ahora al último y máximo pacto de toda la Escritura, aquel que es el cumplimiento y la extensión de todos los pactos anteriores entre Dios y su pueblo, expandiendo sus beneficios a pueblos de todas las naciones de la tierra. Jeremías 31:31-34 prometió el nuevo pacto:

«Se acerca el día —dice el Señor—, en que haré un nuevo pacto con el pueblo

de Israel y de Judá. Este pacto no será como el que hice con sus antepasados

cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos rompieron

ese pacto, a pesar de que los amé como un hombre ama a su esposa», dice el

Señor. «Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después

de esos días —dice el Señor—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de

ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no

habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus

parientes diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán,

desde el más pequeño hasta el más grande —dice el Señor—. Perdonaré sus

maldades y nunca más me acordaré de sus pecados».

Muchos años después de que Jeremías profetizó, al acercarse la Pascua, Jesucristo se sentó con sus discípulos a celebrar el pacto de Moisés compartiendo la cena de Pascua. Por más de un milenio, el pueblo del pacto de Dios había compartido la Pascua siguiendo un mandamiento estricto con sagradas afirmaciones de la promesa intercaladas a lo largo de la cena. Muy consciente de la magnitud del momento, Jesús no pronunció las palabras que la tradición había dictado. En cambio, Mateo 26:26-29 registra:

Mientras comían, Jesús tomó un poco de pan y lo bendijo. Luego lo partió en

trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tómenlo y cómanlo, porque esto es mi

cuerpo». Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella.

Se la dio a ellos y dijo: «Cada uno de ustedes beba de la copa, porque esto es

mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como

sacrificio para perdonar los pecados de muchos. Acuérdense de lo que les digo:

no volveré a beber vino hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el

reino de mi Padre».

En el nuevo pacto Dios no solo nos da un simple mediador humano, sino al segundo miembro de la Trinidad misma apareciendo en la historia humana como el hombre Jesucristo. Esta vez, en lugar de acabar con la vida humana como lo hizo cuando inundó la tierra en los días de Noé o de requerir sacrificios para el pecado como en el pacto con Moisés, se ofreció a sí mismo como el sacrificio sustituto por los pecadores en la cruz, donde derramó su propia sangre en lugar de ellos.

Comentando acerca de una de las innumerables bendiciones que disfrutamos en el nuevo pacto, 2 Corintios 3:5-6 explica:

No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios. Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida.

En el nuevo pacto, Dios viene a permanecer con cada uno de su pueblo tal como lo hizo con Noé, Abraham, Moisés y David. Él también pone al Espíritu Santo en ellos para convertirlos en un templo adonde se le adora. El Espíritu Santo hace de ellos una nueva creación como el amanecer y las primicias de la finalidad de la nueva creación que emergerá con la segunda venida de Jesús. La obra del Espíritu Santo incluye el transfigurarnos en portadores de la imagen de Jesús, como lo hizo con Moisés.

Tal vez el tratado más largo del nuevo pacto y su superioridad a todos los pactos anteriores se encuentra en la carta a los hebreos. A la luz de nuestro estudio de los pactos, lo que más nos ayudaría sería simplemente leer Hebreos 8:6-9:28.

Para concluir, Jesús es un mejor Noé quien trae juicio al pecado, salvación por gracia a la familia de Dios y un mundo nuevo libre del pecado y de sus efectos. Jesús es un mejor Abraham, de bendición a todas las naciones de la tierra. Jesús es un mejor Moisés como profeta de Dios quien cumplió toda la ley por nosotros, permite que la ira de Dios pase sobre nosotros a causa de su sangre derramada, conquistó a nuestro faraón de Satanás, nos redimió del pecado y viaja con nosotros a nuestro hogar a pesar de nuestro pecado y de nuestra murmuración. Además, Jesús es un mejor David quien está sentado en un trono reinando como el Rey de reyes y que viene de nuevo a establecer su reino eterno y mundial de paz y de prosperidad.

Cuando Dios habla sobre su relación de pacto con su pueblo en la Biblia, usa el lenguaje de matrimonio. Dios es como un esposo. El pueblo de Dios es como una esposa que él ama y sirve. Él desea que su pueblo le responda con amoroso devoción y fidelidad.

Algunas personas se preguntan porque el pueblo de Dios tiene prohibido alabar a otros dioses y participar en otras religiones y costumbres espirituales. La razón es simplemente porque Dios ve eso como adulterio espiritual. De la misma manera que un esposo devoto no quiere una relación abierta con su esposa en la que pueda incluir a otros en su relación, también Dios desea una relación de pacto fiel, devota y amorosa. Para esta razón, los cristianos deben cuidarse de no ver los requisitos de fidelidad tan intolerantes o limitadas como diría la cultura. Por el contrario, debemos ver nuestro pacto con Dios en términos serios y estar agradecidos de que nuestro Dios quiera una unión amorosa basado en la devoción.