Dios Padre: ¿En qué consiste el pacto con Noé?
El llamado de Dios a Noé a construir el arca comienza con la larga genealogía de los descendientes de Adán hasta el nacimiento de Noé [nota: Gn 5:1–7:1.]. El principal punto teológico de la genealogía es demostrar que cada uno de los descendientes de Adán fue un pecador que vivió y murió sin excepción; lo revela de una forma bastante monótona y poco espectacular, diciendo simplemente «y después murió» repetidamente.
Pedro, haciendo una reflexión sobre la paciencia de Dios en los días de Noé, ve una correlación con nuestra propia época [nota: 2 Pd 3:3–7.]. A medida que pasan las décadas, siglos y milenios con muy pocos cambios en el mundo, es fácil para nosotros perder la esperanza de que las cosas algún día sean diferentes. ¿No se ha preguntado si Dios algún día cambiará el mundo de una forma dramática? Podemos dudar a veces, pero tengamos ánimo. Dios no dejó el pecado impune en la época de Noé; no dejará que el pecado siga sin castigo en el futuro. No dudó en rescatar a su gente del juicio en los días de Noé; no dudará en rescatarnos en el futuro. Cristo ciertamente regresará y nos traerá a un cielo nuevo y a una tierra nueva en su tiempo, al igual que trajo el Diluvio. Génesis 6:5-9 rompe el ciclo de solo pecado y muerte:
El Señor vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que
la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo. Entonces el
Señor lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra.
Se le partió el corazón. Entonces el Señor dijo: «Borraré de la faz de la
tierra a esta raza humana que he creado. Así es, y destruiré a todo ser
viviente: a todos los seres humanos, a los animales grandes, a los animales
pequeños que corren por el suelo y aun a las aves del cielo. Lamento
haberlos creado». Pero Noé encontró favor delante del Señor. Este es el
relato de Noé y su familia. Noé era un hombre justo, la única persona
intachable que vivía en la tierra en ese tiempo, y anduvo en íntima
comunión con Dios.
Es fácil malinterpretar este pasaje y llegar a la conclusión de que Noé era un buen tipo que se ganó el favor de Dios a través de su buen proceder. Trágicamente, la historia de Noé se cuenta comúnmente así: «En los días de Noé toda la gente era malvada excepto Noé, un hombre justo que se ganó el favor de Dios. Por lo tanto, Dios lo salvó del juicio en el Diluvio». La aplicación práctica de esta versión de la historia es que hay hombres buenos y hombres malos y que Dios ama y salva a los buenos, pero mata a los malos, así que debemos ser buenos para que Dios nos ame y nos salve. Sin embargo, esta falsa enseñanza sobre Noé es contraria al resto de la Escritura y no es lo que dice Génesis 6:5-9.
Primero, Génesis 6:5-7 describe la depravación total de toda la humanidad con una de las declaraciones más negativas sobre el pecado humano en toda la Escritura. Esta afirmación sí incluye a Noé.
Segundo, Génesis 6:8 no dice que Noé trabajó duro para merecer el favor de Dios. Noé no comenzó como un hombre justo. Más bien lo hizo como un pecador entre pecadores. Su posición ante Dios fue un regalo de la gracia de Dios, no un resultado de las obras religiosas de Noé. Es hermoso que la palabra «favor» en este pasaje es la palabra hebrea para gracia, la cual aparece aquí por primera vez en la Biblia, a la que se le hace eco repetidamente a lo largo de la Biblia en la enseñanza de que la salvación es por gracia a través de la fe únicamente. A lo largo de la Escritura, las personas son salvas a través del inmerecido trabajo de Dios. Ya que todo el mundo era un pecador en la época de Noé—al igual que todo el mundo es un pecador en nuestros días—nadie se ganó el favor de Dios. El favor de Dios es un don gratuito. Así que Dios obra como siempre lo ha hecho, salvando a un pecador que no lo merecía por gracia únicamente, solo a través de la fe, permitiéndole así vivir una vida en justicia. Génesis 6:9 luego explica los efectos de la gracia de Dios hacia Noé: «Este es el relato de Noé y su familia. Noé era un hombre justo, la única persona intachable que vivía en la tierra en ese tiempo, y anduvo en intima comunión con Dios».
Ciertamente, Noé era un hombre justo y sin tacha quien, como Enoc, «caminaba con Dios» [nota: Gn 5:22, 24.]. y como Job, que fe señalado por Dios como un hombre «recto y sin tacha» [nota: Job 1:8; 2:3.], ante Satanás. Sin embargo, Noé solo era este tipo de hombre porque Dios lo salvó por gracia y le dio poder para vivir una vida de obediencia a él por esa misma gracia nota final: Fil 2:12-13; Tit 3:8; 2 Ped 1:5-11].
Dios comenzó a hablarle directamente a Noé y a darle ordenes para obedecer. Dios le informó a Noé que planeaba acabar con el pecado, matando a todos los pecadores por medio de un enorme diluvio como juicio contra ellos. Luego Dios le dio ordenes a Noé para que construyera un arca. El arca medía unos cuarenta mil metros cúbicos, tenía la forma de un buque de guerra moderno y era lo suficientemente grande para albergar 522 carros de ferrocarril de hoy en día.
Noé obedeció a los mandatos de Dios y construyó el arca, probablemente solo con la ayuda de sus hijos. Hebreos 11:7 describe que Noé lo hizo en temor santo, como hombre de fe quien creía que Dios traería el Diluvio incluso mientras los demás continuaban en pecado sin arrepentimiento. Después de que Noé fue salvo por la gracia de Dios, construyó el arca de acuerdo con las instrucciones de Dios y embarcó a su familia junto con los animales como Dios se lo había ordenado, Dios envió la lluvia [nota: Gn 7:1–8:22.]. La lluvia continuó durante cuarenta días hasta que cubrió la tierra, ahogando a todos los pecadores bajo el justo juicio de Dios. Las únicas personas que se salvaron del Diluvio fueron Noé y su familia porque, como Génesis 6:8 lo afirma, Dios les dio gracia.
Luego de que el Diluvio se replegó, la tierra se separó del agua como en los días de la creación de Adán. En muchas formas, la historia de Noé repercute la historia de Adán, con una especia de nueva Creación, una nueva humanidad y una nueva Caída. Después de que las aguas retrocedieron y Dios secó el suelo, Noé y su familia salieron del arca. Entonces Noé hizo algo destacable que debemos tener cuidado de notar y de apreciar. En Génesis 8:20 leemos: «Luego Noé construyó un altar al Señor y allí sacrificó como ofrendas quemadas los animales y las aves que habían sido aprobados para este propósito». Reconociendo la devastación que Dios había acarreado sobre la tierra, Noé era consciente de su propio pecado; él sabía que él también debió haber muerto como todos los demás [nota: E.j., Lv 1:4; Job 1:5.]. Así que trajo una ofrenda de holocausto por la expiación de su pecado. A Dios le agradó tanto el ofrecimiento de expiación de Noé que respondió prometiendo nunca más volver a inundar la tierra; la respuesta al pecado de ahí en adelante sería la expiación, la cual anticipaba la muerte de Jesús por los pecados [nota: Gn 3:15].
Así Dios entró en un pacto con Noé que estaba dirigido a todos los pueblos de la tierra [nota: Gn 9:1–17]. Dios prometió que nunca más enviaría un diluvio cataclísmico y que las estaciones continuarían por la provisión de Dios. En este pacto podemos ver que la respuesta de Dios al pecado del hombre sería un pacto de gracia, comenzando por Noé. La señal del pacto fue el arco iris, para recordarle al pueblo de Dios de su promesa de nunca más inundar la tierra. A través del pacto, Dios renovó su intención de bendecir al pueblo.
Los términos del pacto para los seres humanos incluyen respeto por la santidad de la vida humana y la libertad de comer animales ya que, en este punto en la historia, la carne fue añadida a la dieta humana. Estos mandamientos son una progresión de las enseñanzas de Génesis 1 en las que, aunque la vida animal debe ser tratada con bondad, es inferior a la vida humana, que por sí sola lleva la imagen de Dios. El efecto del pacto es la renovación de las intenciones de Dios en la creación, al distinguir entre gente como Noé, quienes están en pacto con Dios, de aquellos que no lo están.
En Génesis 9:18-28 Noé respondió a la benevolencia de Dios embriagándose y perdiendo el conocimiento desnudo en su tienda, como un borrachín de vacaciones. Cam, el hijo de Noé, entró luego en la tienda y se quedó mirando la desnudez de su padre. El texto no nos dice mucho más allá de estos detalles, pero muchas personas han insertado numerosas especulaciones sobre lo que sucedió. Sea lo que haya sucedido, una cosa es segura: ambos, Noé y su hijo, pecaron.
En la historia de Noé tenemos una especie de segunda Caída; Dios comenzó de nuevo con Noé, quien pecó como Adán. El punto simplemente es que el pecado sigue siendo el problema humano incluso después del Diluvio. Además, el pacto con Noé nos revela que la nuestra no es solo una tierra maldita sino una tierra bajo pacto. El pacto con Noé es tanto para la humanidad como para toda la creación. En Génesis 9:9-10, Dios afirma: «Ahora mismo, yo confirmo mi pacto con ustedes y con sus descendientes, y con todos los animales salvajes–, con toda criatura viviente sobre la tierra». Por lo tanto, el plan de Dios es finalmente redimir a toda su creación junto con su pueblo del pacto.
Este deseo se demuestra en el hecho de que el Diluvio es en esencia un nuevo comienzo para la creación y la humanidad, a pesar de la naturaleza continua de la Caída. Noé y su familia son bendecidos y llamados a poblar la tierra y a ejercitar dominio sobre la creación, de una forma que hace eco con las instrucciones de Dios dadas a Adán y Eva. Adicionalmente, el mandato de la creación es renovado con un énfasis especial en respetar la vida y ejercer cuidado de la creación como administradores responsables de todo lo que Dios ha hecho.
Nos olvidamos fácilmente cuánto enriquece nuestra vida el pacto de Dios con Noé. Nos hemos acostumbrado tanto al orden de la creación que actuamos como si fuera algo automático, parte de la naturaleza misma. No obstante, a medida que los científicos aprenden más sobre nuestro mundo, podemos ver más claramente que el universo no es autosuficiente. La naturaleza es frágil; constantemente se tambalea al borde del desastre. Interrupciones en la cadena alimenticia, contaminación hídrica, cambios atmosféricos y una multitud de otras preocupaciones ambientales modernas nos demuestran dramáticamente que la tierra necesita del constante y providencial cuidado del Creador. La comida que comemos, el aire que respiramos, las calles por las que caminamos, los carros que manejamos, los libros que leemos, los edificios que construimos, las universidades que establecemos: todas estas cosas buenas de la vida han sido posibles porque Dios constantemente sostiene un lugar seguro para la humanidad para multiplicarse y para ejercitar dominio. Al meditar sobre la bendición de Dios en los días de Noé, deberíamos asombrarnos totalmente de su tremendo valor.
Resumen del pacto con Noé
Mediador humano | Noé |
Bendiciones del pacto | La gracia salvadora de Dios y su promesa de no volver a inundar la tierra de nuevo |
Condiciones del pacto | No beber la sangre de animales y el mandato de que el pueblo de Dios debe honrar a los portadores de la imagen de Dios |
Señales | Interno: la fe, Externo: el arco iris |
La comunidad del pacto | Una familia |